¡Hola, familia!
Aquí Faeh y Molina. Hoy queremos abrirles una página de nuestro diario y contarles algo que muy poca gente sabe. Todos ustedes han cantado, dedicado y bailado “Amor de Verdad”, nuestra colaboración con el gigante Henry Méndez. Es una canción que nos ha abierto puertas increíbles y que nos ha conectado con miles de ustedes. Pero, ¿y si les dijéramos que esa canción estuvo a punto de no existir?
Todo empezó en una tarde cualquiera en nuestro pequeño estudio casero en Gran Canaria. Teníamos una melodía de ukelele que nos rondaba la cabeza, era pegadiza, alegre, pero… no encontrábamos la letra. Probamos de todo: una historia de fiesta, una de desamor, pero nada encajaba. La melodía tenía un “buen karma” especial y sentíamos que la estábamos forzando. Después de varios días, frustrados, la guardamos en un cajón digital y casi nos olvidamos de ella.
Un par de meses después, recibimos la increíble noticia de que íbamos a colaborar con Henry Méndez. ¡Imagínense! Un artista que habíamos admirado durante años. Estábamos buscando la canción perfecta para presentarle y, de repente, uno de nosotros dijo: “¿Te acuerdas de aquella melodía de ukelele tan alegre que abandonamos?”.
La recuperamos, y esa misma tarde, con la energía de la colaboración, todo fluyó. La letra salió sola. Hablaba de un amor sincero, sin filtros, de ese que te hace sentir en casa. Un “Amor de Verdad”. Se la enviamos a Henry con el corazón en un puño y su respuesta fue inmediata: “¡Chicos, esto es un temazo!”.
